El antiguo
local del Seminario San Jerónimo en la calle San Francisco 112-114-116 se
encuentra ubicado del centro histórico de Arequipa declarado patrimonio
cultural de la humanidad, en el sector ST-01 (damero fundacional), de estilo
barroco, es inmueble de arquitectura civil pública declarado patrimonio
cultural de la nación por Resolución Suprema Nº 2900-72-ED del 28 de diciembre
del 1972 y publicado 23 de enero del 1973. Es inmueble es propiedad recientemente
del Arzobispado de Arequipa.
Este inmueble tiene la extensión 822.25 m²
según la ficha de la SUNARP Nro. 01116791, lo que “hoy persiste es solo una
parte de lo que fue el total de la infraestructura conventual con doble
claustro, la cual fue demolida parcialmente (…), para dar al hoy Palacio
Arzobispal (…) anteriormente y pendiente de confirmación ocupaba un predio más
(lo que hoy es SERPOST)”, según informe 000060-2020-DDC ARE-MTP-MC del
27 de agosto de 2020 de la dirección desconcentrada de cultura de Arequipa.
Mas su edificación es “dos niveles de sillar y muros tipo cajón, con bóvedas de crucería, zaguán ambientes con bóveda, un claustro con arcada, revestido de cal y arena, pisos de ladrillo antiguo tipo espina de pescado (…) su configuración con claustro y celdas. Los ambientes del segundo piso no son de la fábrica original (estimada año 1760), son posteriores pero presentaron en su momento bóvedas hoy con vestigios y cubierta de tijerales a dos aguas (estimada año 1890)”, según Oficio Nro. D000614-2019-DDC ARE/MC del 23 de agosto del 2019.
El Pontífice nombró
como primer obispo de Arequipa a fray Cristóbal Rodríguez y posteriormente a
fray Juan de las Cabezas Altamirano, lamentablemente ninguno pudo asumir el
cargo porque fallecieron en el camino, es así que se eligió al agustino Pedro
de Perea Osa (La Rioja 1619-Lima 1630) como prelado del nuevo obispado.
Pedro de Perea de
la Orden de San Agustín tomo posesión de su sede el 1 de agosto de 1619, ese
mismo año erigió la catedral y el seminario de San Jerónimo.
El Seminario
Arquidiocesano “San Jerónimo” fue fundado por el Obispo, Monseñor Pedro de
Perea, un 30 de septiembre de 1619, comenzando clases sus primeros alumnos en
1622. Su primera sede estuvo en el lugar que actualmente ocupa el Palacio
Arzobispal y la casa contigua de la primera cuadra de la calle San Francisco.
Si bien es cierto
que cinco órdenes religiosas predicaban la palabra de Dios, la diócesis de
Arequipa era un territorio muy extenso y disperso, se necesitaba de religiosos
que dieran a conocer el evangelio y administren los sacramentos, en vista de
ello y cumpliendo lo establecido en el concilio de Trento, Pedro de Perea
estableció el seminario bajo la advocación de San Jerónimo.
Adquirió en subasta
las casas del canónigo Miguel Garcés por la cantidad de 12, 000 pesos de plata
de a 6 reales, por escritura del 9 de mayo de 1622 por escribano Francisco de
Vera y construyó una capilla, sala rectoral, cuartos colegiales y oficinas. La
propiedad del canónigo Miguel Garcés abarcaba desde el actual Palacio
Arzobispal hasta la mitad de la última cuadra de la calle San Francisco, el
seminario fue construido donde existe una fachada con la imagen de la Virgen de
la Asunción, tallada en sillar.
Las universidades
de San Marcos en Lima, San Antonio Abad del Cuzco y San Francisco Xavier de
Chuquisaca se encontraban muy distantes de Arequipa, por lo que monseñor Perea
decide fundar en 1622, el colegio seminario conciliar de San Jerónimo de
Arequipa, entrando en funciones un año después. Su primer rector fue Miguel
Garcés.
Fue restaurado en
varias ocasiones debido a los fuertes sismos que azotaron la ciudad, siendo la
restauración más destacada la que hizo el Obispo Juan Bravo del Rivero y Correa
en 1745. Sus primeros años de existencia no fueron de mucha trascendencia,
hasta que el 6 de setiembre de 1778 ante la renuncia del obispo Miguel Gonzales
de Pamplona, asumió el obispado José Chaves de la Rosa Galván y Amado, quien
llevó a cabo una reforma total del seminario permitiendo el intercambio de
ideas, este al fallecer “por testamento de 24 de noviembre de 1792, legó sus
bienes para la sustentación del orfanato de Arequipa que aún hoy persiste. De
igual modo, dejó al Seminario de San Jerónimo su valiosa biblioteca de más de
un millar de volúmenes”[1]. Fue la mejor etapa del
seminario ya que se convirtió en el semillero de importantes ideólogos que
influenciaron en las ideas libertarias y posterior independencia del Perú.
Según Guillermo
Zegarra Meneses divide la existencia del seminario en 4 etapas: primero “la del
empirismo y atraso (1616- 1790)”, segunda “la de la reimplantación y renovación
(1791- 1804)”, tercera “la de la regresión al conservadorismo (1805- 1825)” y
finalmente “La decadencia”.
El obispo Chaves de
la Rosa. se propuso realizar muchas reformas pues antes de asumir el obispado
realizó una visita pastoral y observó que las rentas del seminario eran muy
pobres, la enseñanza solo constaba de latín y filosofía peripatética
(Aristóteles), además de una mala alimentación, ante tal situación el obispo
buscó nuevas rentas, refaccionó el local, amplió las oficinas, redacto una
nueva constitución a pesar de la oposición del cabildo eclesiástico, organizó
un nuevo cuerpo docente, recibió nuevo alumnado y redactó el título de erección
que fue aprobada por el Rey mediante cedula expedida el 1 de julio de 1807.
Las rentas
estipuladas para la reorganización del seminario fueron del 3 por ciento de las
capellanías y cofradías eclesiásticas, ingresos correspondientes al hospital
San Juan de Dios, una cuota sobre los tributos asignada en 1800 pesos,
contribuciones de quienes percibían ingresos fijos, el tres por ciento de los
sínodos de los curas, entre otros ingresos que contribuyeron al mejoramiento
del seminario.
El plan de estudios
que estableció Chaves de la Rosa consistía en: doctrina cristiana, latín y
gramática castellana, lenguas orientales (griego, hebreo y árabe), filosofía,
matemática, física, teología, sagrada escritura, disciplina eclesiástica, ritos
y cómputo eclesiástico, derecho natural, derecho de gentes, civil y canónico.
Se creó la
biblioteca del seminario y la enriqueció con su biblioteca personal que fue
traída en 30 cajones desde el puerto de Cádiz en la fragata Santa Rufina, y por
la de los jesuitas que habían sido expulsados del Perú en 1767. La biblioteca
contaba además de textos religiosos con libros de cultura greco- latina, obras
de enciclopedistas franceses y de ideólogos ingleses.
Había alumnos
becados como José María Corbacho y Abril y también pagantes, además solo eran
aceptados hijos legítimos, los estudios duraban 6 años y las vacaciones eran
solo de 12 días, del 25 de diciembre al 6 de enero.
El uniforme
consistía en loba azul, beca roja con escudo, chupa, calzón y bonetes negros y
para salir de paseo usaban balandrán y sombrero.
Para doctorarse los
alumnos iban a las universidades de Lima, Cusco, Huamanga o Chuquisaca, primero
realizaban practica forense en las Reales Audiencias y después obtenían el
título de abogado. Por ejemplo, uno de sus alumnos preferidos de Chaves de la
Rosa, Francisco Javier de Luna Pizarro, obtuvo los grados de licenciado en
teología y en derecho civil y canónico en la Universidad del Cusco.
Uno de sus más
importantes colaboradores fue el Dr. Mariano de Rivero y Araníbar, reconocido
como el primer maestro en el Perú de derecho natural, de gentes y de la física
de Newton. Lamentablemente murió muy joven, apenas con 39 años de edad. Fue
tanta la influencia que tuvo de Rivero que, al enterarse de su desaparición, el
obispo Chaves de la Rosa exclamó: “Se ha apagado la luz de mi obispado y no
teniendo a él, yo no debo seguir mandando”.
Durante el obispado
de Chaves de la Rosa se formaron casi 500 alumnos en el seminario, de este
centro de estudios salieron personajes que desde 1810 tomaron destacada parte
en los movimientos por la Independencia del Perú, como detallamos a
continuación: “Francisco Xavier de Luna Pizarro y Pacheco, Mariano Melgar
Valdivieso, Francisco de Paula González Vigil, Mariano José de Arce, José María
Corbacho y Abril, Benito Lazo, Andrés Martínez y Orihuela, Evaristo Gómez
Sánchez, Francisco Quiroz, y otros personajes como Mariano Eduardo de Rivero y
Ustariz (científico, fundador del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e
Historia del Perú de Lima), el Dr. José Gregorio Paz Soldán y Ureta, ministro
de gobierno y relaciones exteriores del Perú en 1845, 1858 y 1862, el Dr.
Nicanor Pórcel de Rivero, rector del Seminario de San Jerónimo y rector de la
Universidad Nacional del Gran Padre San Agustín de Arequipa del 1876 al 1887,
el coronel Francisco Bolognesi Cervantes, Comandante de la plaza militar de
Arica en la Guerra del Pacífico, el Dr. Manuel Segundo Ballón y Manrique,
obispo de Arequipa del 1898 al 1905, y su profesor de teología, fray Mariano
Holguín Maldonado, obispo de Arequipa del 1906 al 1935”, y Benito Lazo
Montesinos, Manuel Ascencio Cuadros, José Gregorio y Mateo Paz Soldán, Manuel
Toribio Ureta Pacheco entre otros ilustres personajes.
Se podría decir que
el seminario de San Jerónimo fue la base de los posteriores centros de estudios
como la Academia Lauretana de Ciencias y Artes (1828), el Colegio Nacional de
la Independencia Americana (por decreto dado el 6 de agosto de 1825, el
Libertador Simón Bolívar y por acta del 21 de agosto y el 2 de noviembre
de 1825) y la Universidad Nacional del Gran Padre San Agustín actual
Universidad Nacional de San Agustín (11 de noviembre de 1828), dado que de esta
institución salieron parte de sus profesores y fundadores.
El obispo Chaves de
la Rosa, tuvo muchas discrepancias con los miembros del cabildo eclesiástico y
con las monjas del monasterio de Santa Catalina quienes se oponían a una serie
de reformas que quería realizar, esto lo llevó a renunciar al cargo en 1795,
pero encontró respuesta, finalmente el 9 de agosto de 1805 el Papa Pío VI
aceptó su renuncia, concluyendo de esta manera una etapa muy próspera de
educación e ilustración.
Su sucesor, Luis
Gonzaga de la Encina retornó al antiguo conservadorismo, expulsó a los alumnos
que según él habían sido corrompidos con ideas liberales y elaboró una nueva
Constitución.
Allí funcionó hasta que el Obispo,
Mons. Mariano Holguín lo trasladó al Palacio del Buen Retiro, en el callejón
Santa Rosa, en 1934; finalmente, en 1959, el arzobispo, Mons. Leonardo
Rodríguez Ballón, lo ubicó en un moderno local en Umacollo, en la Av. San
Jerónimo, donde se encuentra hasta hoy. A lo largo de la historia de la Iglesia
en el Perú, este Seminario brindó grandes servicios, saliendo de sus aulas
numerosos y eminentes prelados y sacerdotes.
Para el caso del Palacio Arzobispal este fue construido sobre una parte del antiguo Seminario de San Jerónimo, su construcción empezó en 1920 a iniciativa de monseñor Francisco Mariano Holguin Maldonado (obispo de Arequipa de 1906-1945, elevándose a Arquidiocesis en 1943) y que recibió apoyo gubernamental, cuyos planos eran del ingeniero Luis Alfredo Gilardi y fueron dibujados por el pintor José L. Villanueva, para tal fin se dispuso que parte del edificio del antiguo Seminario de San Jerónimo propiedad del Arzobispado, se demoliera y desescombrara parte de este antiguo edificio, con el Ing. Gilardi que consiguió construir casi toda la primera planta, que tuvo una paralización por falta de recursos. Posteriormente la construcción la continúo la empresa americana “The Foundation Company”, pero que tuvo que detenerse nuevamente por la crisis económica de 1929, que amerito otra ayuda por parte del gobierno de General Oscar R. Benavides en 1933, cuya obra lo continuo una junta constructora con la participación nuevamente del Ing. Gilardi en reemplazo de la compañía extranjera, siendo inaugurado en misa solemne por parte de Monseñor Holguin un 8 de diciembre de 1936 y su bendición estuvo a cargo del vicario general de la diócesis Monseñor Eusebio Valencia. Lo que queda es la cuarta parte de la edificación original del antiguo seminario de san Jerónimo, porque en un 1/4 de esta se construyó el palacio arzobispal en 1920 y 2/4 fue demolido para construir SERPOST en 1963. El 14 de setiembre de 1981 lo restante fue adquirido por Vito Rodriguez Rodriguez y Alberto Mauricio Chabaneix Belling y su esposa Nancy Rosario Candelaria Cano de Chabaneix en una proporción de 80 % y 20% a su anterior propietario, posteriormente durante el 2020 y 2021 adquirió nuevamente este bien.
Mas Aurelio Miró Quesada Sosa en su obra “Historia y leyenda de mariano melgar, 1790-1815”, nos dice que:
“El
Seminario Conciliar de Arequipa, fundado en el primer cuarto del siglo XVII por
el obispo Pedro de Perea y reformado vigorosamente al terminar la centuria
siguiente, en 1791, por el obispo Chaves de la Rosa, constituía evidentemente
uno de los centros de estudios –no sólo religiosos sino de cultura general– que
había alcanzado prestigio más notorio en el Virreinato del Perú. Era en verdad
como una etapa casi obligatoria en la carrera de formación humanista y católica
de las poblaciones del sur del Virreinato. Al Seminario acudían, además de los
mozos de Arequipa, los procedentes de Tacna y de Puno, de Arica y de Moquegua,
que o bien allí concluían sus estudios o quedaban aptos para continuar luego en
las Universidades de Lima o el Cuzco materias de Derecho o Teología.
Aunque
su importancia intelectual databa de su misma fundación, el Seminario de San
Jerónimo alcanzó su mayor renombre con las referidas reformas introducidas por
el obispo Pedro José Chaves de la Rosa Galván y Amado, titular de la diócesis
de Arequipa de 1786 a 1804, y cuya labor en tal sentido se ha podido equiparar
a la reorganización de vasto alcance efectuada en el Convictorio de San Carlos
de Lima por Toribio Rodríguez de Mendoza. El ilustre y enérgico prelado (nacido
en Chiclana, España, pero vinculado profundamente a la historia cultural
americana) impulsó una renovación trascendental en los temas de estudio, en el
personal y en los sistemas. Con arraigado sentido religioso, pero con el
espíritu ampliamente abierto a los nuevos conceptos de acrecentado objetivismo
que se extendían por el mundo, el Seminario de Arequipa alcanzó gracias a él un
carácter de centro de experimentación, de lugar donde al lado de las
especulaciones metafísicas había interés por la ciencia natural, preocupación
por los problemas sociales y económicos, atención hacia los hechos reales y
concretos. Y aunque es verdad que la reforma del Seminario de San Jerónimo fue
más de carácter ético y científico que de despertar de problemas políticos, es
también cierto que la aireación intelectual que la nueva actitud representaba
tuvo que producir una posición de crítica frente a las realidades circundantes
y la formación de un equipo parejo que se sintió pronto ya maduro para pasar
del campo teórico a las realizaciones de orden práctico”.
Finalmente en palabras
de Alejandro Málaga Medina, en estas “aulas de San Jerónimo se formó una generación
brillante de jóvenes que desde 1810 toma parte decisiva en los diversos
movimientos de carácter emancipatorio, a ella pertenecen: Francisco Xavier de
Luna Pizarro, Mariano Melgar, Francisco Gonzales de Paula Vigil, Mariano José
de Arce, José María Corbacho y Abril, Benito Lazo, Andrés Martínez, Evaristo Gómez
Sánchez y Francisco Quiroz entre otros”.
[1] Iglesia
ante el Bicentenario: Mons. Pedro José Chaves de la Rosa (1740-1821) (07/07/2020).
En: https://perucatolico.com/iglesia-ante-el-bicentenario-mons-pedro-jose-chaves-de-la-rosa-1740-1821/